Campaña 2021: Frente al edadismo

Como en años anteriores, desde Grandes Amigos, Fundación Pilares para la Autonomía Personal, Envejecimiento en Red, HelpAge España y Matia Fundazioa, organizaciones que, desde distintos ámbitos, trabajamos por los derechos y el bienestar de las personas mayores, nos unimos para visibilizar y denunciar las desigualdades que cada día viven muchas personas por su edad. La discriminación por razón de edad que existe, en todos los niveles de la sociedad, limita sus derechos e impide que puedan disfrutar de bienes y servicios que les corresponden en las mismas condiciones que las demás.

Por quinto año, nos unimos con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Personas Mayores para denunciar que cumplir años no puede suponer una merma de nuestros derechos humanos ni de nuestra dignidad. Durante más de año y medio, la pandemia ha puesto de manifiesto que existen prejuicios y estereotipos asociados al envejecimiento y a las personas mayores que provocan actitudes edadistas y discriminatorias hacia este grupo social, por lo queremos interpelar a toda la sociedad para construir un mundo para todas las edades y para cambiar nuestra visión de la vejez.

Si queremos cumplir el máximo de años posible, disfrutando de calidad de vida y de todos nuestros derechos, debemos reconocer primero nuestras propias actitudes edadistas para superar la discriminación por razón de edad que existe en nuestra sociedad y cambiar nuestra relación con la vejez:

Derechos, discriminación y vejez.

La edad no puede determinar el valor de nuestra vida y de nuestra dignidad. Todas las personas debemos poder disfrutar de nuestros derechos y del máximo nivel de calidad de vida sin discriminación a lo largo de todas las etapas de nuestra vida. Las actitudes edadistas provocan desigualdades, violencia, pobreza y exclusión, son una vulneración de nuestros derechos humanos más básicos y atribuyen un menor valor social a las personas mayores que hace que se justifique la discriminación por razón de edad que existe social y culturalmente en todo el mundo.

La creación de una Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas mayores ayudaría a garantizar que las personas mayores, en toda su diversidad, puedan disfrutar de vidas dignas, plenas y seguras.

Cambio de paradigma en los cuidados.

En contra del habitual imaginario social ligado a la vejez, las personas mayores son un grupo enormemente diverso. Sin embargo, la narrativa social predominante alienta la discriminación por edad (o edadismo) de estas personas y, de manera especial, de aquellas que precisan apoyos en su vida diaria.

Esta forma de pensar conlleva prácticas de “café para todos” con las que se tiende a dar por satisfechas sus demandas, pero que en modo alguno responde a las necesidades y los deseos reales de cada individuo. De ahí la necesidad imperiosa de dar pasos firmes hacia un nuevo modelo de cuidados desde el que se promueva un acompañamiento profesional centrado en la personas, que reconozca y atienda esa riqueza y singularidad, y lo haga preservando identidad y capacidades, favoreciendo la autonomía personal y dotando de sentido el día a día, desde aquello que es significativo para cada una. En definitiva que, independientemente de la edad o circunstancias, cada persona reciba el cuidado que necesita y desea.

Lograrlo pasa por reorganizar los recursos de manera que puedan adaptarse a cada persona y a su entorno familiar y comunitario, tal como se plantea desde el modelo de atención integral y centrada en la persona: ofrecer cuidados integrales de calidad y apoyar la continuidad de los proyectos de vida para que ésta siga teniendo sentido.

Conocimiento e investigación para mejorar la calidad de vida.

El envejecimiento es una realidad social y demográfica heterogénea a escala global, es un éxito de la población y a la vez un reto que debe afrontarse desde diferentes enfoques multidisciplinares. Entre ellos, apostamos por el desarrollo de proyectos I+D y actividades de divulgación científica sobre envejecimiento activo, calidad de vida y género que promuevan una imagen positiva de la vejez y el envejecimiento frente al edadismo. Por ello, creemos que para defender una imagen diversa, positiva y participativa de las personas mayores, que evite la discriminación, los prejuicios y los estereotipos por edad, es fundamental facilitar una discusión informada, en base al conocimiento científico, sobre aspectos relacionados con el envejecimiento; así como la integración de la actividad interdisciplinar en torno a la investigación e innovación en envejecimiento; proveer de información y recursos de calidad y utilidad a los profesionales interesados en el envejecimiento; y difundir y apoyar investigaciones, experiencias e iniciativas innovadoras que ayuden a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

Un rol activo en la sociedad

Reclamamos a toda la sociedad la erradicación de los edadismos como un reto que, antes o después, va a afectar a toda la población. Las administraciones públicas, las empresas y cada persona en su esfera privada deben tener en cuenta a las personas mayores en cada acto, gesto o decisión que tomen en el día a día. Además de las citadas medidas legales encaminadas a garantizar la protección de los derechos en la vejez, es necesario que desde los ámbitos público y privado se impulsen iniciativas que faciliten la inclusión y la presencia activa de las personas mayores en la vida de su entorno más cercano y en la sociedad en general, a través de proyectos de voluntariado, redes vecinales, socialización y otras formas de participación ciudadana. Las personas mayores tienen el mismo derecho que cualquiera a ser protagonistas de la vida pública. A su vez, reivindicamos actuaciones para sensibilizar desde edades tempranas frente a los edadismos y sobre la importancia de adquirir hábitos saludables, como son la necesidad de mantenerse socialmente activo y el ejercicio de los derechos en todas las etapas de la vida y de las relaciones intergeneracionales, acercando así la realidad del envejecimiento libre de prejuicios y estereotipos a las diferentes generaciones. Asimismo, el esfuerzo en reducir la brecha digital no exime a las administraciones públicas y a las empresas de la responsabilidad de seguir garantizando el acceso a servicios básicos a cualquier persona a través de vías tradicionales.

La sociedad del mañana será aún más edadista… si no se actúa hoy

Las proyecciones demográficas y sociológicas prevén una sociedad mucho más envejecida y solitaria que la actual y poco amigable con las personas mayores. Si hoy 1 de cada 5 personas que residen en España tiene 65 años o más, en menos de medio siglo serán 1 de cada 3. Ello, en un contexto de redes familiares cada vez más reducidas, baja natalidad y nuevos modelos de familia. A su vez, la población se concentra en núcleos urbanos cada vez más grandes, lo que aumenta las distancias y los tiempos de desplazamiento, dificultando la socialización con los seres queridos, todo esto mezclado con estilos de vida impersonales e individualistas. Tampoco ayuda el auge de las modas antiedad y antiarrugas, que no solo determinan los hábitos de consumo de millones de hogares, sino que definen una visión dominante de la vida que exalta la juventud y penaliza la vejez, especialmente para las mujeres mayores. Además, este mundo supermercantilizado mide el valor de las personas en función de su productividad, con lo que conlleva para quienes se jubilan. Incluso, como se ha comprobado en esta pandemia, vivimos en un sistema que ha dosificado el derecho a la asistencia sanitaria y a la vida según la edad de los pacientes.

Bajo este escenario, una sociedad edadista, que rechaza la vejez y condena a la soledad a quienes envejecen por el mero hecho de su edad, puede tener efectos aún mucho más graves sobre la salud, el bienestar y la dignidad de las personas mayores.

Esta lucha que une a las entidades firmantes debe ser una causa transversal que recorra de arriba a abajo todos los estamentos de la sociedad, de manera que los sectores público y privado, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía se impliquen en la erradicación de los edadismos, en facilitar un envejecimiento digno y saludable y en la construcción de un mundo que trate en igualdad y proporciona las mismas oportunidades a cualquier persona independientemente de su edad.

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