Celebramos el Día Internacional de las Personas Mayores con un nuevo episodio de «Cuenta Conmigo» sobre edadismo digital

Este 1 de octubre, con motivo del Día Internacional de las Personas Mayores, la serie de podcasts #CuentaConmigo, parte de la iniciativa #SoyMayorSoyComoTú, lanza un nuevo episodio donde se aborda el tema del edadismo digital.

La conversación estará liderada por la investigadora Mireia Fernández-Ardèvol (Universitat Oberta de Catalunya), en diálogo con Isabel Fernández Morales, de Envejecimiento en Red del CSIC y de la unidad de divulgación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.

#SoyMayorSoyComoTú es una campaña impulsada por organizaciones como Grandes Amigos, Fundación Pilares, HelpAge España, Matia Fundazioa y Envejececimiento en Red CSIC, cuyo objetivo es promover una narrativa de la vejez libre de prejuicios y estereotipos, destacando la dignidad de las personas mayores.

La serie de podcasts explora temas clave en torno al envejecimiento, la intergeneracionalidad y los derechos de los mayores. En esta nueva entrega, la investigadora Mireia Fernández-Ardèvol, experta en la influencia de la comunicación digital móvil en nuestras sociedades, discutirá cómo la digitalización afecta a las personas mayores y cómo el edadismo digital se convierte en una forma de discriminación.

Entre los temas que se abordarán destacan la necesidad de contar con más datos sobre el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) por parte de las personas mayores y la importancia de servicios adaptados a sus necesidades. Un aspecto clave de la conversación será la diferencia entre la brecha digital y el edadismo digital, analizando si estos fenómenos son meramente generacionales o más amplios.

También se tratará el concepto de «edadismo de datos», cuestionando por qué ciertos segmentos, como los mayores de 75 años o los residentes en centros de cuidado, son excluidos de estadísticas sobre el uso de TIC.

El episodio promete ofrecer una reflexión sobre el significado de envejecer en una sociedad digitalizada, destacando cómo el desarrollo tecnológico puede transformarse para ser más inclusivo y accesible para todos.

¡No te pierdas este nuevo capítulo de #CuentaConmigo y únete a la conversación sobre un futuro más inclusivo para todas las edades!

Escuchar en Ivoox https://go.ivoox.com/rf/134216503

Escuchar en Spotify https://open.spotify.com/episode/17oXuczreNQqY465oTyx1M?si=xBEe05B6QfydO5hyc6fzug

Campaña 2023: Más datos contra la discriminación

La nueva campaña de “Soy Mayor, soy como tú” aborda la invisibilización y la falta de datos de las personas mayores en estudios, estadísticas y ensayos clínicos

  • Este año la campaña adopta el eslogan #CuentaConmigo, un llamamiento a contar con la población mayor en los estudios poblacionales, cara a obtener datos y relatos más prolijos que permitan diseñar políticas públicas desde una visión alejada de clichés y estereotipos, con los que se tiende a representar a estas personas.

En la actualidad, la ausencia de información sobre las personas mayores continúa siendo un desafío, esto se debe tanto a la falta de datos precisos como a la persistente adhesión a metodologías que no reflejan la realidad cambiante de la vejez en la sociedad contemporánea. La carencia de información adecuada obstaculiza la creación de políticas públicas y legislación efectivas para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

La experta independiente sobre los derechos humanos de las personas mayores en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Claudia Mahler, destaca en su
informe “Los Derechos Humanos de las personas de edad. La falta de datos”, la escasez de datos representativos y comparables en función de género y edad de diferentes áreas temáticas, ya que en encuestas demográficas y de salud menciona que se excluye a las
mujeres de 50 años o más y hombres de 55 o 60 años o más, lo cual dificulta identificar los patrones de desigualdad y discriminación que sufren las personas mayores y sobre todo en las mujeres, donde destaca que es frecuente la ausencia de datos en mujeres mayores de 50 años.

El Dictamen sobre una Estrategia Europea para las personas mayores, elaborado recientemente por el Comité Económico y Social Europeo, también menciona esta cuestión y pide “rectificar la exclusión actual de las personas mayores en los datos, las
estadísticas y estudios de opinión elaborados por organismos públicos, incluyendo Eurostat o el Eurobarómetro, abordando las limitaciones de edad en las encuestas, la
segmentación por edades dentro de la categoría de «personas mayores» o la falta de
información sobre las personas mayores que viven en instituciones.”

Este año la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, ha publicado su informe: “Derechos humanos de las personas mayores y sistemas nacionales de protección en las Américas” (PDF) , donde se destaca que “la falta de datos e información representativos sobre las personas mayores resulta ser, en sí misma, una señal alarmante de exclusión que hace prácticamente imposible la adopción de políticas públicas y normativas provechosas y eficaces”.

Asimismo, dentro de España se puede observar cómo el Instituto Nacional de Estadística (INE), en varias de sus encuestas, establece un corte de 65 años en adelante, pero no es el único ejemplo que podemos encontrar; también lo observamos en la Macroencuesta del Ministerio de Igualdad de 2019 (PDF) o bien en algunas de las gráficas del último informe del Ministerio de Deporte “Encuesta de hábitos deportivos en España 2022” (PDF).

Es importante destacar que esta ausencia de información no es un problema aislado, sino que está intrínsecamente relacionada con la discriminación que enfrentan las personas mayores en múltiples ámbitos de la sociedad, y que adquiere mayor relevancia cuando a la edad sumamos otras variables, como: género, discapacidad y/o dependencia, o el medio en el que vivimos (rural o urbano), entre otras.

Para abordar esta cuestión y dar visibilidad a la realidad de las personas mayores, el colectivo de esta campaña lanza una serie de podcasts que abordan esta problemática desde áreas como la demografía del envejecimiento, la participación social, la soledad, el edadismo digital, y muchas más, que se irán publicando en próximas fechas, y que va a poder escucharse en el nuevo canal de Spotify de #SoyMayor.

Este material sonoro nos va a ofrecer experiencias, perspectivas y conocimientos sobre la vejez, arrojando luz sobre las realidades diversas y cambiantes de las personas mayores en nuestra sociedad.

La campaña también nos ofrece un vídeo, ambientado en una pequeña localidad sanabresa, en el que vemos retratada esa diversidad de perfiles, y la representatividad, cada vez mayor, de las personas mayores. Una realidad que contrasta con lo que vemos reflejado en muchos de los estudios poblacionales, en las que todas ellas tienden a engrosar una única categoría, sin tener en cuenta sus diferencias individuales.

Es momento de cambiar una narrativa que ni las representa, ni en la que se ven representadas, y mostrar su diversidad.

Para ello, resulta fundamental escuchar sus voces, comprender sus necesidades y sobre todo recopilar datos y testimonios adecuados para poder diseñar políticas públicas inclusivas y efectivas que promuevan el bienestar de este grupo poblacional en crecimiento.

¿Quieres sumarte a construir una sociedad más inclusiva y justa para todas las edades?
Si es así, comparte tu voz y súmate a #CuentaConmigo.

Como en años anteriores, en 2023 hacemos extensiva esta campaña a todas las entidades, y personas de todas las edades que deseen sumarse compartiendo en redes sociales sus experiencias. En esta ocasión bajo el lema #CuentaConmigo, para reivindicar más datos e información sobre personas mayores para conocer mejor su realidad y defender sus derechos.

Si lo deseas puedes usar estas imágenes en redes sociales, o si lo prefieres, comparte tus propias fotografías que reflejen la necesidad de más información sobre las personas mayores, para garantizar sus derechos y visibilizar sus realidades. Recuerda utilizar el hashtag #CuentaConmigo para que podamos dar mayor alcance a la campaña. Y si nos das tu permiso las compartiremos en esta página web.

Si lo deseas puedes usar estas imágenes en redes sociales, o si lo prefieres, comparte tus propias fotografías que reflejen la necesidad de más información sobre las personas mayores, para garantizar sus derechos y visibilizar sus realidades. Recuerda utilizar el hashtag #CuentaConmigo para que podamos dar mayor alcance a la campaña. Y si nos das tu permiso las compartiremos en esta página web.

Campaña 2021: Frente al edadismo

Como en años anteriores, desde Grandes Amigos, Fundación Pilares para la Autonomía Personal, Envejecimiento en Red, HelpAge España y Matia Fundazioa, organizaciones que, desde distintos ámbitos, trabajamos por los derechos y el bienestar de las personas mayores, nos unimos para visibilizar y denunciar las desigualdades que cada día viven muchas personas por su edad. La discriminación por razón de edad que existe, en todos los niveles de la sociedad, limita sus derechos e impide que puedan disfrutar de bienes y servicios que les corresponden en las mismas condiciones que las demás.

Por quinto año, nos unimos con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Personas Mayores para denunciar que cumplir años no puede suponer una merma de nuestros derechos humanos ni de nuestra dignidad. Durante más de año y medio, la pandemia ha puesto de manifiesto que existen prejuicios y estereotipos asociados al envejecimiento y a las personas mayores que provocan actitudes edadistas y discriminatorias hacia este grupo social, por lo queremos interpelar a toda la sociedad para construir un mundo para todas las edades y para cambiar nuestra visión de la vejez.

Si queremos cumplir el máximo de años posible, disfrutando de calidad de vida y de todos nuestros derechos, debemos reconocer primero nuestras propias actitudes edadistas para superar la discriminación por razón de edad que existe en nuestra sociedad y cambiar nuestra relación con la vejez:

Derechos, discriminación y vejez.

La edad no puede determinar el valor de nuestra vida y de nuestra dignidad. Todas las personas debemos poder disfrutar de nuestros derechos y del máximo nivel de calidad de vida sin discriminación a lo largo de todas las etapas de nuestra vida. Las actitudes edadistas provocan desigualdades, violencia, pobreza y exclusión, son una vulneración de nuestros derechos humanos más básicos y atribuyen un menor valor social a las personas mayores que hace que se justifique la discriminación por razón de edad que existe social y culturalmente en todo el mundo.

La creación de una Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas mayores ayudaría a garantizar que las personas mayores, en toda su diversidad, puedan disfrutar de vidas dignas, plenas y seguras.

Cambio de paradigma en los cuidados.

En contra del habitual imaginario social ligado a la vejez, las personas mayores son un grupo enormemente diverso. Sin embargo, la narrativa social predominante alienta la discriminación por edad (o edadismo) de estas personas y, de manera especial, de aquellas que precisan apoyos en su vida diaria.

Esta forma de pensar conlleva prácticas de “café para todos” con las que se tiende a dar por satisfechas sus demandas, pero que en modo alguno responde a las necesidades y los deseos reales de cada individuo. De ahí la necesidad imperiosa de dar pasos firmes hacia un nuevo modelo de cuidados desde el que se promueva un acompañamiento profesional centrado en la personas, que reconozca y atienda esa riqueza y singularidad, y lo haga preservando identidad y capacidades, favoreciendo la autonomía personal y dotando de sentido el día a día, desde aquello que es significativo para cada una. En definitiva que, independientemente de la edad o circunstancias, cada persona reciba el cuidado que necesita y desea.

Lograrlo pasa por reorganizar los recursos de manera que puedan adaptarse a cada persona y a su entorno familiar y comunitario, tal como se plantea desde el modelo de atención integral y centrada en la persona: ofrecer cuidados integrales de calidad y apoyar la continuidad de los proyectos de vida para que ésta siga teniendo sentido.

Conocimiento e investigación para mejorar la calidad de vida.

El envejecimiento es una realidad social y demográfica heterogénea a escala global, es un éxito de la población y a la vez un reto que debe afrontarse desde diferentes enfoques multidisciplinares. Entre ellos, apostamos por el desarrollo de proyectos I+D y actividades de divulgación científica sobre envejecimiento activo, calidad de vida y género que promuevan una imagen positiva de la vejez y el envejecimiento frente al edadismo. Por ello, creemos que para defender una imagen diversa, positiva y participativa de las personas mayores, que evite la discriminación, los prejuicios y los estereotipos por edad, es fundamental facilitar una discusión informada, en base al conocimiento científico, sobre aspectos relacionados con el envejecimiento; así como la integración de la actividad interdisciplinar en torno a la investigación e innovación en envejecimiento; proveer de información y recursos de calidad y utilidad a los profesionales interesados en el envejecimiento; y difundir y apoyar investigaciones, experiencias e iniciativas innovadoras que ayuden a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

Un rol activo en la sociedad

Reclamamos a toda la sociedad la erradicación de los edadismos como un reto que, antes o después, va a afectar a toda la población. Las administraciones públicas, las empresas y cada persona en su esfera privada deben tener en cuenta a las personas mayores en cada acto, gesto o decisión que tomen en el día a día. Además de las citadas medidas legales encaminadas a garantizar la protección de los derechos en la vejez, es necesario que desde los ámbitos público y privado se impulsen iniciativas que faciliten la inclusión y la presencia activa de las personas mayores en la vida de su entorno más cercano y en la sociedad en general, a través de proyectos de voluntariado, redes vecinales, socialización y otras formas de participación ciudadana. Las personas mayores tienen el mismo derecho que cualquiera a ser protagonistas de la vida pública. A su vez, reivindicamos actuaciones para sensibilizar desde edades tempranas frente a los edadismos y sobre la importancia de adquirir hábitos saludables, como son la necesidad de mantenerse socialmente activo y el ejercicio de los derechos en todas las etapas de la vida y de las relaciones intergeneracionales, acercando así la realidad del envejecimiento libre de prejuicios y estereotipos a las diferentes generaciones. Asimismo, el esfuerzo en reducir la brecha digital no exime a las administraciones públicas y a las empresas de la responsabilidad de seguir garantizando el acceso a servicios básicos a cualquier persona a través de vías tradicionales.

La sociedad del mañana será aún más edadista… si no se actúa hoy

Las proyecciones demográficas y sociológicas prevén una sociedad mucho más envejecida y solitaria que la actual y poco amigable con las personas mayores. Si hoy 1 de cada 5 personas que residen en España tiene 65 años o más, en menos de medio siglo serán 1 de cada 3. Ello, en un contexto de redes familiares cada vez más reducidas, baja natalidad y nuevos modelos de familia. A su vez, la población se concentra en núcleos urbanos cada vez más grandes, lo que aumenta las distancias y los tiempos de desplazamiento, dificultando la socialización con los seres queridos, todo esto mezclado con estilos de vida impersonales e individualistas. Tampoco ayuda el auge de las modas antiedad y antiarrugas, que no solo determinan los hábitos de consumo de millones de hogares, sino que definen una visión dominante de la vida que exalta la juventud y penaliza la vejez, especialmente para las mujeres mayores. Además, este mundo supermercantilizado mide el valor de las personas en función de su productividad, con lo que conlleva para quienes se jubilan. Incluso, como se ha comprobado en esta pandemia, vivimos en un sistema que ha dosificado el derecho a la asistencia sanitaria y a la vida según la edad de los pacientes.

Bajo este escenario, una sociedad edadista, que rechaza la vejez y condena a la soledad a quienes envejecen por el mero hecho de su edad, puede tener efectos aún mucho más graves sobre la salud, el bienestar y la dignidad de las personas mayores.

Esta lucha que une a las entidades firmantes debe ser una causa transversal que recorra de arriba a abajo todos los estamentos de la sociedad, de manera que los sectores público y privado, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía se impliquen en la erradicación de los edadismos, en facilitar un envejecimiento digno y saludable y en la construcción de un mundo que trate en igualdad y proporciona las mismas oportunidades a cualquier persona independientemente de su edad.

Campaña 2020: Derechos y dignidad

Como en años anteriores, desde Grandes Amigos, Fundación Pilares para la Autonomía Personal, Envejecimiento en Red, HelpAge International España y Matia Fundazioa, organizaciones que, desde distintos ámbitos, trabajamos por los derechos y el bienestar de las personas mayores, nos unimos para dar visibilidad y denunciar la desigualdad que acompaña el día a día de muchas personas en su proceso de envejecer.

2020 ha sido un año marcado por la pandemia de la Covid-19 y su profundo impacto social. Una crisis que ha sacado a flote y agravado muchos problemas latentes en materia de desigualdad y discriminación, entre otros, y de forma muy marcada, la discriminación por razones de edad y que únicamente ante el drama que arrojan las cifras de fallecidos parece dar signos de reaccionar. En pocas palabras, vejez es sinónimo de debilidad, de vidas menos valiosas, agotadas, sacrificables. La edad como única medida del valor de una vida.

Se han evidenciado las desigualdades estructurales que ya existían antes de esta crisis. Por ello, es necesario contar con leyes y medidas específicas que promuevan la protección de los derechos y la dignidad de todas y cada una de ellas. En situaciones de emergencia, se pueden tomar medidas excepcionales que limiten de forma muy específica algunos derechos de forma temporal, pero estas restricciones no pueden ser discriminatorias ni basarse en la edad. Las personas mayores son personas adultas con capacidad y derecho para decidir sobre su propia vida y tomar sus propias decisiones. La dignidad y derechos no pierden valor con el paso de los años.

Si bien son muchos los aspectos que reclamarían una revisión profunda sobre nuestra relación con la vejez, nos gustaría destacar los siguientes:

Derechos y dignidad en los cuidados

La crisis que vivimos también ha sacado a la luz las muchas carencias que arrastra el modelo tradicional de alojamientos para personas mayores. Déficits pendientes de resolver, alimentados por la pandemia, y que constatan la necesidad de un cambio en profundidad de un modelo institucional, en el que prima el paternalismo, la despersonalización y la ausencia de una visión integral de las necesidades y preferencias de las personas mayores que precisan apoyos en su día a día.

El modelo vigente de grandes macrocentros, con habitaciones compartidas y profesionales que rotan entre servicios, ha facilitado la propagación del virus y la aplicación de medidas, que bajo el supuesto de protección de la salud, ha usurpado la autonomía y la capacidad de decidir a las personas que viven en estos espacios.

Las residencias no pueden continuar siendo meros espacios de custodia, sino que deberían convertirse en hogares, en los que se cuida no solo de la salud, sino también de la felicidad de las personas que las habitan. Entornos domésticos en los que se garantice el espacio propio y la intimidad, y en los que se trabaje por generar oportunidades para vivir alentando capacidades y autonomía de las personas.

Por otra parte, la dolorosa experiencia de la Covid-19 pone de manifiesto la imperiosa y urgente necesidad de aumentar la coordinación entre los servicios de salud y los servicios sociales, para que quienes viven en un centro residencial (que nunca puede ser un hospital) tengan garantizado su derecho a recibir atención sanitaria pública en igualdad de condiciones, tanto primaria como especializada.

El foco de los medios de comunicación se ha puesto de manera muy especial en las residencias, lo que puede parecer lógico teniendo en cuenta el considerable número de personas desatendidas y fallecidas en los centros. Sin embargo, esta preeminencia que se ha dado a las residencias y a su necesaria transformación ha dejado en la sombra la situación de la inmensa mayoría de las personas mayores, que son las que viven en su domicilio. Muchas de ellas se encuentran en situación de soledad y bastantes necesitan cuidados y apoyos, los cuales, o han dejado de recibirlos, o se han visto muy reducidos debido a los contagios de los y las profesionales de atención domiciliaria, el cierre de los centros de día y la forzosa disminución de las visitas de familiares y voluntariado.

Pese a que el deseo mayoritario de las personas mayores de continuar viviendo en sus hogares, incluso ante la aparición de situaciones de dependencia, sin embargo, siguen sin impulsarse unos cuidados públicos de calidad, con mayor formación de sus profesionales e integrando los servicios sociales y los sanitarios.

Reclamamos también la extensión de prestaciones para favorecer la accesibilidad en el hogar y el uso de productos de apoyo y de las soluciones tecnológicas de probada eficacia. Esta insuficiencia e inadecuación de los servicios domiciliarios origina que sean las familias (sobre todo, las mujeres) quienes, para evitar institucionalizaciones no queridas, asuman a su cargo un peso excesivo de los cuidados que requieren sus familiares con los graves perjuicios que ello les origina, tal como ha mostrado la investigación desarrollada.

Reclamamos, pues, que el cambio de modelo que venimos exigiendo en los cuidados de larga duración atienda de manera decidida las necesidades de transformación y mejora de los servicios de atención domiciliaria; que estos se complementen con la atención familiar desde un enfoque de género que favorezca la incorporación de los hombres en la función cuidadora; y que se integren también los recursos de proximidad mediante la intervención comunitaria y abogando por la profesionalidad de los cuidados y dando valor a los profesionales que se dedican a ello.

Existe evidencia científica suficiente que demuestra que los cuidados domiciliarios y en la comunidad, integrados y centrados en las personas, ofrecen mejor calidad de vida, evitan institucionalizaciones no necesarias ni queridas y, además, resultan más eficientes a las arcas públicas.

Derechos y dignidad en la participación social

El distanciamiento físico impuesto por la Covid-19 ha recrudecido situaciones de soledad, rechazo y exclusión social a las que se enfrentan a diario cada vez más personas mayores. El aislamiento prolongado está afectando a su salud física y mental, su bienestar y dignidad. Ansiedad, depresión, desorientación, deterioro cognitivo, sedentarismo, pérdida de movilidad y masa muscular, fatiga… son solo algunas de estas consecuencias, que contribuyen al aumento de la aparición de problemas crónicos y nuevas situaciones de dependencia.

La pandemia ha puesto de relieve estos problemas, pero también ha aflorado alternativas efectivas que serán claves en la sociedad del futuro, más solitaria y envejecida. Por ello es más necesario que nunca diseñar entornos amigables con las personas mayores, que además benefician a toda la población; apostar de forma decidida por iniciativas de apoyo mutuo desde lo vecinal, lo comunitario y el voluntariado; y en el área de urbanismo, continuar dando pasos en la eliminación definitiva de barreras arquitectónicas y de infraviviendas (pisos interiores sin luz ni ventilación, sin ascensor…) e incrementar los espacios públicos para compartir tiempo (peatonalización, parques, jardines, bancos para sentarse, wc públicos…).

Pese a ser las principales afectadas por la crisis sanitaria y social, las personas mayores han dado una lección de resiliencia, prudencia y disciplina a toda la sociedad. Una capacidad de adaptación que aparece en diversos estudios, entre ellos, el realizado a personas mayores acompañadas por Grandes Amigos durante los peores meses de la pandemia.

Vivimos en una sociedad cada vez más plural y diversa, en la que la edad es un aspecto que, como la etnia o el género, nos hace heterogéneas y únicas. Las personas mayores merecen ser atendidas adecuadamente porque son ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, no se trata de dispensarles caridad, sino de atender a un deber social ineludible, como lo puedan ser la sanidad o la educación. Para ello, es obligación de los poderes garantizar los recursos y apoyos necesarios, así como implementar las medidas que promuevan su bienestar, lo que, al fin y al cabo, contribuirá al bienestar de toda la ciudadanía.

Trabajemos para que lo vivido a lo largo de esta pandemia se convierta en una oportunidad de transformar nuestro mundo, desde la necesidad del encuentro y la colaboración entre generaciones, la preservación del sentido y significado de la vida en todas las etapas vitales y el reconocimiento de la diversidad, las capacidades y la contribución que brindan las personas mayores a la sociedad.

No debemos olvidar que aspectos que nos definen como la biografía, la experiencia y la capacidad de adaptación se adquieren fruto de ese proceso que se inicia el día que nacemos, como es el paso del tiempo, como es envejecer, como es vivir.